10.26.2006


APROXIMACIONES A UNA TRADUCCIÓN DE LA EVALUACIÓN DESDE EL PARADIGMA SISTÉMICO AL CONTEXTO SOCIO CULTURAL ACTUAL

Este es la introducción de un tema que trabajo actualmente. Acepto comentarios, sugerencias y críticas.

Hablar de evaluación psicológica implica abordar una serie de presupuestos que no siempre son abordados. Precisamente aquellas formas son los supuestos implícitos sobre el cual operan las tecnologías y de alguna forma constituyen límites para el pensamiento y la reflexión. Un esfuerzo de las ciencias sociales, en el contexto de la posmodernidad, es comenzar a deconstruir estos presupuestos y estudiarlos contextualmente.
En primer lugar, en nuestros tiempos actuales la sociedad le ha asignado a la evaluación psicológica un rol extremadamente amplio. Esta amplitud se observa en la diversidad de roles que juega en la Psicología y en los distintos ejes por los que transita: desde procedimientos diseñados para la detección de necesidades a los mecanismos para realizar peritajes judiciales, de los procedimientos evaluativos para la toma de decisiones a los procesos para construir problemas e intervenciones terapéuticas, de las tecnologías orientadas a identificar recursos a aquellas que señalan las debilidades, de las que se enfocan en la contextualización histórica a aquellas que co-construyen los significados del presente, en fin, una multiplicidad de formas de utilización, que resulta casi imposible definir con relativo consenso el concepto de evaluación clínica psicológica.
En segundo lugar, cada uno de los anteriores roles mencionados emerge en un determinado contexto social, donde confluye con otras disciplinas, otros actores sociales y ante todo otros fines, sirviendo instrumentalmente a intereses de todo tipo, algunos mas ética y políticamente correctos que otros. Esto se refiere a la idea de que la evaluación trascendió el box clínico para instalarse como un instrumento social, incidiendo no solo en el buen ejercicio de las intervenciones psicológicas, sino también en el desarrollo de otros procesos sociales, como la toma de decisiones sobre juicio moral, la evaluación diferencial en casos de discapacidad intelectual, la posibilidad de tuición o adopción de niñ@s, el mejoramiento de intervenciones educativas en contextos escolares, asesorar a supervisores de empresas sobre alternativas de capacitación, entre otras, abriendo el lenguaje de la Psicología a otros profesionales como profesores, abogados, jueces, gerentes, policías o parvularias (1) . En este sentido el proceso histórico ha consistido en pasar de una primera etapa de transfusión de conceptos psicológicos al resto de los contextos, de forma muy hermética y muy teñida por la psicología profunda o psicodinámica, a una segunda etapa de adaptación de la Psicología a los requerimientos de los contextos aprehendiendo los significados asociados a cada uno de ellos (2).
Es por esto que, en tercer lugar, es posible afirmar que la evaluación ya no solo juega con las reglas de la Psicología, o con aquellas de la díada evaluador-evaluado (Sea un individuo o varios), sino que incorpora necesariamente las reglas de los contextos sociales donde es requerida. Este desafío ha sido asumido por la gran mayoría de los Psicólogos haciendo los esfuerzos correspondientes por comprender estos nuevos contextos de significado y adaptar las evaluaciones de forma que estas tengan sentido en tales lugares. De esta forma la tecnología psicológica se pone al servicio de la sociedad de manera efectiva.
Sin embargo, frente a todos estos supuestos medianamente implícitos, existe un pequeño grupo, no por ello irrelevante, de psicólogos que no adhieren con la misma fuerza a esta institucionalidad. Es decir buscan formas de no participar en este tipo de instancias o bien desarrollan evaluaciones bajo un serio conflicto ético-profesional, e incluso existencial. Esta auto –exclusión del suceder de las convenciones sociales o bien esta participación a regañadientes, surge por dos grandes motivos. El primero de ellos, un conflicto de carácter ético con respecto a las modalidades predominantes de evaluación y sus implicancias en el valor del respeto por el otro. Las opiniones del paradigma experiencial, por ejemplo, tienden a denunciar un uso instrumental de las evaluaciones, una falta de sentido con respecto a los procesos terapéuticos, un énfasis en los aspectos negativos e incluso su irrelevancia en el proceso de cambio (Oaklander, 2004). Por otro lado, el segundo motivo, representado en este artículo, argumenta un conflicto de carácter epistemológico entre la mirada profesional y la exigencia del medio social. En este punto, las opiniones del paradigma sistémico, sobretodo la línea que se fundamenta en el construccionismo social, considera que la evaluación, en sus formas tradicionales y en particular aquellas que demanda el contexto social, tienden a preservar estilos de funcionamiento o historias donde los problemas se mantienen y las personas pierden oportunidades para volverse autónomas con respecto a la solución de estos (White, Epston, 1980; Freeman y cols, 1997)
Ahora bien, ambos motivos tienen más de un punto en común. Por ejemplo, aunque este grupo de Psicólogos quisiese o creyera que es importante participar en la elaboración de productos de este tipo (Evaluaciones clínicas en contextos sociales diversos), se produce un efecto que consiste en que la información relevada no es coherente con los contextos donde se solicitan, a la vez que pueden no cumplir con las expectativas de los dispositivos sociales y por lo tanto tener grandes posibilidades de ser desechados como pruebas válidas de lo que le sucede a un cliente o lo que se puede esperar de él. Básicamente, la evaluación que puede realizar este grupo no cumple con dos requisitos básicos, no explicitados, pero si consensuados en esta relación social. Primero, el producto de la evaluación debiese poder predecir el comportamiento captando la realidad tal cual es. Segundo, precisamente aquello que la evaluación capta sería el constructo de la personalidad y por tanto habría un acuerdo tácito y esencialista de su existencia. Por un lado, la predicción es una expectativa social, permite controlar y tomar decisiones que influyan en las conductas futuras de los sujetos, aunque de forma individual y aislándolos de los diversos contextos en donde realizan su existencia. Por otro lado, muy cercana a esta premisa, para que el control sea posible, debe existir alguna entidad, relativamente estable, que no varíe, y que permita tal estimación. Es decir, una personalidad. Ambas premisas, están muy en contradicción con las posturas de lo que he llamado paradigmas alternativos.

Paradigmas Alternativos (3)

Si quisiéramos indagar en los marcos epistemológicos y conceptuales de estos paradigmas alternativos ¿Qué es lo que en términos generales ocurre con respecto a la evaluación?. Básicamente la evaluación queda atrapada por una premisa epistemológica fundamental: el modelo de aproximación al problema del cliente con el que el clínico opera, co-construye el sistema terapéutico, re-asigna los significados que el cliente trae, y a la vez que describe, configura su propia vida. Por esto, el proceso de evaluación se constituye, mas que en una instancia para captar la realidad de la persona “tal cual es”, en una forma de intervención que busca narrar de una manera que se potencie el cambio y que expanda las posibilidades de recrear nuevas configuraciones de uno mismo. Esto quiere decir que la evaluación clínica en este paradigma, esta por así decirlo, “al servicio” de la posibilidad de construir relatos de esperanza en las vidas de nuestros clientes y no de los motivos de los dispositivos sociales (Freeman y cols, 1997)
Esto, en una primera aproximación, puede no producir conflictos mayores, pero ¿Que sucede cuando la realidad terapéutica que se construye no se adecúa a la epistemología de los actores sociales que solicitan evaluaciones? En ese momento se produce el conflicto epistemológico que entrampa a las evaluaciones, al menos desde la mirada que se esta construyendo socialmente de estas. De esta manera pareciera que estos dos mundos no tienen forma de potenciarse mutuamente, no pueden contribuirse, ni siquiera interactuar, o bien que todo intento este destinado al fracaso por esta falta de coordinación entre modelos mentales.
Sin embargo la intención de este artículo, no es tomar una postura de pesimismo u oposicionismo anti-sistémico (4) . El dilema es donde encontrar un punto neutral, un puente entre el lenguaje de esta epistemología, centrada en el cambio y en los procesos terapéuticos, y las expectativas de los sistemas sociales. No es tan fácil. Por lo visto existe un debate no desarrollado acerca de la necesidad de predicción en nuestros sistemas sociales, lo que constituye una diferencia casi irreconciliable con estos paradigmas. Por otro lado, el constructo de personalidad es parte del sentido común e incluso parte del desarrollo normativo en la construcción de identidad, sin embargo muchas de las reflexiones de estos paradigmas concluyen que es imposible tratar de captar la “realidad” de algo como esto (Minuchin, 1981; Whitaker, 1991; Boscoso, 1996).
Por lo mismo, para llegar a encontrar este “puente”, parece necesario formularnos ciertas preguntas. Por ejemplo, ¿Cuáles y como son estas expectativas sociales de la evaluación clínica?, ¿Cuales son los ámbitos donde estas se desarrollan?, ¿Cuáles son las coordenadas que permiten entender el surgimiento de estas expectativas?, ¿Existe en el paradigma sistémico algún ordenamiento de los principales indicadores, nociones, conceptos, símbolos o señales, que fundamenten la construcción de hipótesis e intervenciones terapéuticas y que se vinculen a estas expectativas sociales? ¿Cuáles son aquellos conceptos y como se relacionan entre sí? ¿Es posible pensar en un modelo análogo al imperante (El de la noción de personalidad y la predicción) pero que se centre en la interacción y en la construcción de sistemas consultantes? ¿Qué paralelos ciegos pueden existir entre ambos modelos y que diferencias intransables pueden ser señaladas?
Por lo anteriormente relatado, parece prioritario por un lado, entender profundamente cuales son los requerimientos actuales de los contextos sociales y por otro, ordenar algunos conceptos básicos de la evaluación/intervención sistémica, constructivista y/o narrativa de manera de poder pronunciarnos sobre una suerte de traducción al sentido común y al sistema social de esos conceptos. El objetivo de este artículo es construir una taxonomía de los principales conceptos de la evaluación/intervención sistémica y desarrollar formas de aproximación de estos a la realidad social y a los contextos donde la evaluación se ha insertado como instrumento social.

(1) No solo el lenguaje, la mayoría de los jueces o también los gerentes comienza a conocer cuales son las principales pruebas psicológicas y los principios básicos con las cuales operan.

(2) Es así como las evaluaciones psicolaborales por ejemplo ya no contienen conceptos como debilidad yoica, etapa oral o neurosis, o al menos el contexto castiga tales pretensiones.

(3) El apelativo “alternativo” emerge en función de la discusión propuesta sobre la adecuación a los dispositivos sociales y no al ámbito ampliado de aplicaciones de la Psicología, ya que no han sido llamados así.

(4) En el sentido del sistema social, no el paradigma sistémico.

10.18.2006

CRITICA AL CONCEPTO DE INCIDENCIA EN POLÍTICA Y SOCIEDAD

Quiero esbozar algunas ideas a propósito de una actividad que forma parte de un programa de dos seminarios y un foro vinculado a la reflexión sobre las políticas públicas, convocado por la Red de Ongs de Infancia y Juventud. El tema desarrollado corresponde al concepto de “incidencia” en las políticas públicas (Vinculadas a infancia preferentemente). En el seminario en cuestión, que sería el segundo de dos (El primero consistió en la construcción de un diagnóstico de las políticas públicas actuales), asisten diversas Ong´s y actores sociales vinculados a la red: Epifanía, Colectivo La Isla, La Roca, algunas juntas vecinales, Forestal, entre otros que escuche nombrar, junto con Serpaj, Corporación a la cual represente junto a otros compañeros. No esta de mas plantear de que a pesar que mi calidad de asistente respondió a la representación de mi equipo en Serpaj, mis opiniones aquí planteadas responden únicamente a mi pensamiento particular y no han sido trabajadas en el contexto de una genuina co-construcción con mis compañeros de Serpaj.
Una vez planteado el contexto, entremos en materia. De acuerdo a lo que vislumbre en el seminario, el concepto de incidencia tiene un amplio marco de significados y entendimientos (Y modos de operar), desde los cuales intentaré construir una definición que por supuesto esta teñida inevitablemente por mi estructura y por tanto no responde solo a lo que emergió en las exposiciones sino también al choque de mis creencias con tales. Sin embargo debo decir que contraste esta suerte de definición con uno de los expositores (Asesor de la Red, no recuerdo su nombre) y le pareció adecuada, al menos desde su respuesta no verbal. Pues bien, la incidencia correspondería a algo así como los modos de operar que tiene la sociedad civil en el entramado institucional, o siendo mas riguroso, en el aparato gubernamental(Considerando su visión, sus objetivos y las instituciones / dispositivos estatales por los que opera) y que de alguna manera se traducen en un efecto concreto y de alguna forma medible en la construcción, planeación o implementación de políticas públicas. Este último punto parece fundamental en la medida que se explicita que aquellos modos de operar establecidos como ámbitos de participación por un gobierno, en donde las operaciones no tienen un resultado concreto, material o simbólico, y que mas bien emergen en contextos diseñados intencional o no intencionalmente para producir situaciones de pseudoincidencia, no corresponden ni se pueden considerar diseños, estrategias o modos de incidencia. En otros términos, aquellos espacios donde los actores de la sociedad civil pueden dar su opinión frente a las autoridades gubernamentales, municipales, o políticas en general (U otro, por ejemplo autoridades locales como por ejemplo direcciones de establecimientos educacionales) y en la práctica tales opiniones no se incluyen en los cambios propuestos, no son consideradas dentro del concepto de incidencia.
Pues bien, en torno a este concepto, se inicia una discusión interesante con participación de variados actores y que presumo puede tener miles de nuevas aproximaciones. Las que mas puedo reconstruir en este momento es que es necesario promover capacidades en la sociedad civil que le permitan “enfrentar” con mayor “poder” los desafíos que implica poder incidir efectivamente en las políticas públicas, las que en particular son vistas como amenazantes y en general pueden contradecir los principios éticos de la sociedad civil. Se citaba el caso de la implementación de la base de datos de Sename la cual fue oportunamente paralizada por la sociedad civil. Por otro lado se hacia énfasis en la proactividad en esta suerte de “lucha” contra un gobierno que implementa políticas probablemente basado en necesidades de mercado y adherencia al modelo capitalista imperante, ya muy lejos de aquellas presuposiciones que hacia la teoría crítica sobre la transformación y manipulación implícita de los poderosos sobre los mas débiles. Esta cuestión ya esta descubierta para la mayoría, al menos para los que reflexionan. Por ultimo recuerdo el compromiso de búsqueda de nueva estrategias de confrontación, quizás en referencia a este impacto técnico que busca el concepto de incidencia, que menos que conmoción o impacto mediático, busca en última instancia resultados concretos para los niños, niñas, jóvenes y jovenas de nuestro país. Proyecto por el cual estoy también comprometido
Pero a pesar de que puedo estar en algun nivel completamente de acuerdo con lo anterior, no puedo dejar de observar una recurrencia peligrosa en todas estas propuestas. En este sentido me es imposible desligarme de mi alma de Psicólogo, vinculado a Construccionismo Social y a la Biología del Conocimiento, donde comienzo a desprenderme de entender una realidad particular, una realidad “real”, y me hago cargo de que los observadores configuran realidades a través de los consensos en el lenguaje y en cierta medida es “responsable” (Ofrecer Accountability como escuche por ahí) hacerse cargo de las implicancias morales, éticas y también técnicas de nuestras operaciones de distinción, en el ámbito de la discusión pública. Como decía, creo que pensar así como pensamos tiene ciertas implicancias y a través de premisas implícitas define que es aquello aceptable en nuestras reflexiones, y que es aquello que no corresponde. Lo curioso es que lo último pasa a ser parte de nuestros puntos ciegos. En fin, construir a partir de las bases que construimos hoy me parece que nos ha cerrado algunas posibilidades mas que abrirnos. Nos ha mantenido en una discusión valida para nuestra comunidad de sentido pero creo que nos deja en el mismo punto de partida, y nos obliga a pasar por él cada vez que queramos reflexionar. Es mas, me atrevería a decir que podría ser una discusión no solo eterna, sino lamentablemente viciada, en el sentido de involucrarse en un peligroso circulo vicioso.
Quisiera explicar esto último. Lo que esta implícito en la definición que se pseudo-co-construyo anteriormente es que la incidencia es un concepto que opera dentro de lo que Mendez y Coddou(Se los escuche en el 2006) han llamado sistemas diádicos. Un sistema diádico es un sistema que involucra en su configuración y/o en las operaciones de distinción de un observador, al menos y a lo más, dos entidades, organismos, entes, unidades o sub-sistemas, como quiera llamarse. Dentro de estos sistemas diádicos podemos encontrar a la pareja (De esposos, pololos, pololas, etc…), a las coaliciones políticas de la actualidad chilena, la empresa y el sindicato, entre otros. En estos sistemas diádicos emergen fenómenos que son explicados solo por emerger en el contexto de la configuración de un sistema diádico. Es decir no podemos ofrecer alguna otra explicación causal de los fenómenos que les ocurren ya que solo podemos entender contextualmente que tales fenómenos ocurren en este tipo de sistemas por su misma configuración. Es mas, en estos sistemas diádicos ocurren fenómenos que ocurren solo y únicamente en este tipo de sistemas. Para armar esta reflexión recordare dos fenómenos particulares de los sistemas diádicos, que me son útiles para argumentar por que creo que nuestra discusión anterior nos lleva a un vicio inevitable.
En primer lugar, en los sistemas diádicos la polarización es un fenómeno recurrente, de alta intensidad y de rápida instalación. Como en estos sistemas existen solo dos perspectivas es muy fácil que en algún momento dos configuraciones de realidad se vean enfrentadas, bajo el supuesto epistemológico de que existe una verdad objetiva. En este sentido opera un modo matemático donde al existir solo dos partes, existe un 50% de posibilidades de que el otro este equivocado, loco o fuera de sí, y por supuesto, yo tengo acceso a la verdad de manera privilegiada, por tanto opto necesariamente por plantear a ese otro como equivocado en su percepción de la realidad. Por lo mismo, cuando así como ocurre en un momento el encuentro y el entendimiento, al siguiente momento ocurre el desacuerdo y el conflicto. En esta polarización, ocurre el desencuentro en posiciones tipo + y -, difícilmente conciliables en el consenso, y absolutamente imposibles en el acuerdo.
En segundo lugar los sistemas diádicos son muy propensos a jugar escaladas simétricas donde ambas partes van subiendo la intensidad progresivamente, en la lucha por demostrar quien es el que tiene acceso privilegiado a la realidad. En estas dinámicas existe una alta probabilidad de que se desate algún estallido de violencia como recurso último para disminuir esta tensión creciente. Las personas que trabajan con VIF podrán encontrar en esto muchos ecos de lo que observan frecuentemente.
Ahora bien, en torno a este marco conceptual podemos re-mirar la construcción del concepto de incidencia, y nos es posible identificar claramente a la sociedad civil en un costado y al gobierno en otro. Esta constituido en nuestra distinción de observadores, un sistema diádico. Ahora ¿Por que?, evidentemente porque se diría, así esta funcionando la sociedad a través de estos dos grandes “opuestos”. Uno que esta en un supranivel ordenando (El Gobierno) y uno en un nivel inferior resistiendo. En este sentido nuestra explicación configura la realidad y como tal es la realidad para nosotros que nos la explicamos de esa manera. Y siguiendo esta reflexión de este sistema podemos esperar, primero que durante ciertos periodos tiendan emerger conflictos extremadamente polarizados (Aplicar v/s No aplicar la base de datos), con nulas posibilidades de encuentro y que precisamente necesitan la involucración del tercero que debe definir quien tiene la razón o la verdad. Ese actor por excelencia es: La Justicia. Finalmente, podemos encontrar que las escaladas simétricas se cultivan, sembrando el terreno para que la violencia emerga como hemos visto en los casos de los secundarios, los trabajadores de salud, donde queda la duda si la represión policial no será mas que el final del juego que se comienza a jugar cuando levantamos descripciones y explicaciones de sistemas diádicos.
En fin, volviendo a mi crítica de la forma de operar que hemos tenido en la reflexión sobre el concepto de incidencia, planteo que precisamente el hecho de involucrarnos en buscar nuevas estrategias de combatir, de luchar, de confrontar al llamado sistema, nos pone frente a los puntos ciegos que nos impiden concluir este tipo de relaciones. En palabras de Watzlawick, nos mantienen invirtiendo enormes esfuerzos en acciones que se constituyen en Cambio 1. El Cambio 2, aquel que opera fuera de los marcos establecidos de pensamiento, y que disuelve los problemas, se neutraliza precisamente por el esfuerzo de buscarlo. De esta forma me parece bastante probable que nuestras nuevas estrategias de incidencia generen más polarización y paradójicamente un distanciamiento cada vez más grande de estos supuestos dos opuestos.
De ninguna manera quisiera desconocer los enormes avances de juntas de vecinos que mediante la organización, la confrontación, la paralización, el combate activo han logrado activar cambios gubernamentales en su propio beneficio. Tampoco quisiera desconocer el enorme avance que significan estas organizaciones (O siendo mas riguroso en el lenguaje y en mis planteamientos, coaliciones), en la reconstrucción del tejido social. Mucho menos quiero que se entienda que estoy en desacuerdo con las revindicaciones sociales, sobretodo las del movimiento secundario y las de los trabajadores de la Salud. Creo que sin duda todo eso corresponde a otro dominio de reflexiones, que podré tocar en alguna otra oportunidad. Lo que estoy planteando es una reflexion desde mi operar como Psicólogo, en donde observo que paradójicamente en la medida en que tales acciones se han llevado a cabo, la distancia de las políticas públicas en relación a las necesidades de la sociedad civil, se ha ido acrecentando, y la polarización aparece cada vez en más ámbitos de la sociedad. Y me permito decir que es una polarización inventada, aseveración que discuto mas adelante. En otros términos, se podría decir que si ha nivel local podemos estar satisfechos de éxitos de incidencia, desde una perspectiva global podemos decir que cada vez estamos mas faltos de formas de seguir incidiendo. Parece una paradoja pero se entiende al operar en el marco conceptual del Cambio1 y Cambio 2.
Pero no quisiera hacer un manifiesto pesimista sobre la intensa energía de las personas que estamos en esto que se ha llamado trabajo social. Al contrario mi interés es ofrecer una mirada, que si no es compartida, al menos espero sirva para estimular la apertura a los beneficios del multiverso y al también cuestionamiento de nuestras certidumbres. Sin embargo esto lo seguiré desarrollando durante otra ocasión, aunque puedo adelantar que mi parecer es que básicamente debiesemos co-construir un concepto de multi-incidencia, con el fin de trascender la distinción de sistema diádico. Con esto estoy esbozando que observemos nuevos actores en esta relación y que los validemos en la construcción de políticas públicas. Por supuesto que esta idea requiere mucha profundización, reflexión, distinción de conceptos (Sociedad Civil, actor social, gobierno, estado, políticas públicas, etc…) y por sobretodo aclaración sobre sus implicancias practicas por lo que me permito darle tiempo y volver a ella mas adelante. Por mientras espero haber planteado al menos una puerta que se pueda abrir de diversas maneras.