¿Y ahora qué? Ideas para la sobrevivencia en la clandestinidad.
Una vez concluida la elección presidencial comienza el debilitamiento de la hiperreal confrontación entre ideologías modernas de izquierda y derecha. Lo que hace unas semanas pareció ser el reflote de los últimos días de la dictadura (O algunos de sus conflictos principales), hoy vuelve al camino esperanzador de la etapa pre primera vuelta. Las lealtades aflojan, los sentimientos pasionales se enfrían y las responsabilidades comienzan a aumentar.
Muchos de los que aportaron con la polarización de los últimos días de campaña (Me incluyo) tenderán a volver a sus nichos de discontinuidad, atemporalidad y multifrenia política. Ese 20% que se distribuyó en votos nulos, blancos o al apoyo de uno de los dos candidatos mostrará un equilibrio muy precario respecto al apoyo-no apoyo del nuevo gobierno. Esto sucederá porque la actitud política de este grupo responde mucho más a una posición relativista que a un partidismo moderno y doctrinario de antaño. Quisiera explicar estas dos ideas.
No es arriesgado afirmar que este 20% ha adquirido un poder político al menos interesante. Si se piensa, este 20% decidió el diseño político de este país por sobre el peso que pudiesen tener las históricas preferencias de los electores de los bloques concertación-alianza. Este 20%, huérfanos de MEO, fue instrumentalizado por estos grandes bloques y se les distinguió como “progresistas” o como “los que quieren un cambio” (Dependiendo del lugar de donde surgiera la etiqueta). Producto de esto, y de cómo pesaron distintas variables en cada ontogenia individual y familiar, el grupo se distribuyó en las diferentes opciones. El resultado HOY fue Sebastián Piñera, su equipo y sus ideas.
Pero ese es el resultado HOY. Una multifrenia política, asumida como conciencia de ser constructores activos de relatos (y por tanto posibles de transformar y condensar a nuestra voluntad), puede rescatar los compromisos más nobles de las historias del pasado, así como las expectativas más modernistas del futuro. Hoy ese grupo, o parte de él, apoya este gobierno porque se vio representado en él y su agenda de desafíos para el país. Pere ese apoyo es mucho más dinámico de lo que se piensa y no se ve afectado por la condición de empresario o supuestas inmoralidades asociadas a la idea del mercado como concepto relevante, sino por la expectativa de que se cumpla una agenda posmoderna que condensa cuestiones antes irreconciliables.
Si bien personalmente insistiré en la responsabilidad política por violaciones a los DDHH como parte de mi relato, creo que colectivamente me une a ese 20% las expectativas de un país equitativo y que valore las subjetividades humanas. Esto podría expresarse en:
(a) una agenda liberal en lo valórico que sea coherente con la conciencia posmoderna que la sociedad muestra. El debate es valioso y la consideración de la voces de todos los sectores también, salvo aquellas cuya práctica consista en limitar las libertades de los demás.
(b) un compromiso con el emprendimiento y con la educación, que en la práctica se traduzca en como inyectar una dimensión de crecimiento y de creación de oportunidades a la asistencialidad que promueve inevitablemente la red de protección social (Yo situaría en este eje la conveniencia de una reforma tributaria).
¿Cuál será el camino para este grupo una vez que Piñera comience a respetar los compromisos del amplio bloque moderno (derechista si se quiere) que lo apoyó? Ojala, un movimiento nuevo. Hasta ese momento, los que no votamos por él, los esperaremos en la clandestinidad.